Escrito por Juan Salgado Brito, el 27-10-2010
La que presume como empresa de clase mundial, la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que entró al quite para sustituir, según ellos, con mejor calidad los servicios que prestaba la desaparecida compañía de Luz y Fuerza del Centro (LyFC), enfrenta hoy una airada ola de inconformidades y protestas de los usuarios y población en general por los abusos en el cobro de recibos y las irregularidades que se presentan en la lectura de los medidores, que, a decir de algunos, son solamente estimadas.
En términos de opinión pública, no le va nada bien a la CFE, pues, en opinión de los ciudadanos, ésta deja mucho qué desear ante la diferencia que existe entre la intensa y costosa campaña publicitaria para promocionarse en los medios de comunicación como la empresa de vanguardia, moderna y con los mejores servicios de atención al cliente y la realidad que padecen los usuarios con la actitud y proceder de muchos funcionarios y empleados de esta empresa, cuyo sello, en su desempeño, parece ser la indiferencia, la falta de comunicación con el público y la atención despersonalizada.
Además de los mayúsculos escándalos de corrupción en que se han visto envueltos algunos directivos y exfuncionarios, como el que en días pasados fue publicitado por la irregular autorización de contratos a empresas estadounidenses a cambio de regalos millonarios como un yate, dólares en efectivo, un ferrari y otras retribuciones por los favores prestados, la CFE empieza a vivir los estragos de la desconfianza y la sospecha del público a quien se le ha vendido la idea de que la nueva prestación de los servicios de energía eléctrica iría de maravilla.
Tan modernizados están en esta empresa de clase mundial que la atención a los clientes es tan mecanizada y automatizada que resulta prácticamente imposible el contacto personal de los usuarios o quejosos con alguien de la CFE que pueda resolver un problema; y es por eso que no sería remoto que muy proximamente empiecen las manifestaciones de protesta por los malos servicios y abusos que se están registrando en la empresa.
Nada menos, en esta semana, debieron acudir al Congreso del Estado los ingenieros Javier Valencia Barajas, gerente de la distribución centro sur de la CFE, así como Raúl Gómez, director de Comunicación Social de la empresa paraestatal, donde los diputados y diputadas abordaron la problemática que ha sido denunciada por los usuarios y dieron a conocer la existencia de 2 mil 775 quejas, solamente de clientes de CFE, que corresponden a los municipios de Cuernavaca y Huitzilac, sin considerar el resto del estado.
Por su parte, representantes sindicales de la desparecida LyFC, encabezados por su lider, Héctor Salazar Porcayo, se han comprometido igualmente ante los representantes populares a instalar módulos de atención ciudadana para gestoría y quejas, con horario de 9 de la mañana a 3 de la tarde en Cuernavaca, Cuautla y Axochiapan.
Capítulo especial constituye la situación crítica que vive la mayoría de los ayuntamientos por adeudos de pasadas administraciones y de las actuales con la CFE, por concepto de alumbrado público y consumo de energía electrica en los pozos que abastecen agua potable a los municipios. Han sido los propios alcaldes y sus colaboradores los que han debido enfrentar actitudes y conductas muchas veces prepotentes y arrogantes de funcionarios de empresa, quienes lo mismo ordenan los cortes de luz y amenzan con suspender el servicio si no pagan las cuentas atrasadas.
Las condiciones de pobreza, ignorancia y crisis económica que padece la mayor parte de la población, hacen de los problemas en la prestación del servicio de energía eléctrica un asunto de estado que, de no atenderse con sensibilidad humana y compromiso social, puede derivar en brotes de ingobernabilidad, por la inconformidad y la protesta ciudadana, que pueden crecer si los gobiernos federal, estatal y municipales no abordan, con plena responsabilidad, este problema y concurren juntos a resolverlo.
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