Por Federico Chilián Orduña , Martes, 17 de Mayo de 2011, 06:01
La Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad transcurrió en la mayor parte del trayecto de Cuernavaca a la ciudad de México en completo silencio, ocasionalmente alguien que se incorporaba a la Marcha lanzaba consignas pero de inmediato eran acalladas por los organizadores o los marchistas que colocaban su dedo índice sobre la boca y lo mostraban a los entusiastas adherentes; pero al llegar a Ciudad Universitaria de la UNAM el júbilo se hizo incontenible, se produjeron y reprodujeron goyas, y gritos de ¡muera Calderón! Que también fueron silenciados por Javier Sicilia cuando los tuvo enfrente, y por los caminantes que preferían gritar ¡fuera Calderón!; una letra de diferencia que encierra toda una actitud contraria, pacifista.
Sin embargo, la multitud que esperó a los marchistas en el zócalo, bajo un sol inclemente, no cesó en lanzar gritos de repudio a la guerra de Calderón, a la que se respondió reiteradamente ¡ya estamos hasta la madre! Por las 40 mil muertes ¡ya estamos hasta la madre! Por los 10 mil desaparecidos ¡ya estamos hasta la madre! Por las muertas de Juárez, ¡ya estamos hasta la madre! Y así se fueron mencionando nombres y lugares donde la muerte y la impunidad se han enseñoreado y las decenas de miles de ciudadanos reunidos en la plaza de la Constitución exclamaron ¡ya estamos hasta la madre! La expresión del hartazgo en su forma más popular, la que emplea el pueblo en todo lo vulgar y sublime que contiene su significado.
No hay más allá después de la madre, decir hasta la madre, significa haber llegado a lo máximo del fastidio, a ya no poder tolerar la continuación de igual estado de cosas, es el ¡basta!, "de su pinche guerra", escribió Rius en el cartelito que llevó a la Marcha; es estar hasta el copete (de Peña Nieto), o hasta la coronilla (de Salinas); es ya no soportar más de lo mismo, por Dios ¡carajo!, ¡detengan al demonio de la muerte! ¡Átenle las manos!
Más grave es que esas cifras se consideren como los resultados "positivos tangibles" de la guerra contra el crimen organizado. Para el gobierno de Calderón eso es prueba del éxito que está obteniendo su combate a la delincuencia, para él los 40 mil muertos son delincuentes, "salvo uno que otro que estuvo en medio del fuego cruzado", "son las víctimas colaterales, que como en toda guerra, se tienen que lamentar", y ¿Cuál es la prueba de que eran delincuentes? Que fueron muertos por el ejército o la policía. ¿En qué país vivimos? Y ¿Los policías y soldados muertos no cuentan?
De pronto se ha instalado un régimen militar, que identifica a todos los disidentes del pan-gobierno como delincuentes. Para el gobierno panista son delincuentes los priístas que "tienen la culpa de todo", y los perredistas que "son un peligro para México", los zapatistas, los campesinos de Atenco, los miembros del SME, los maestros de la CNTE, del MDM, de todas las organizaciones que no comparten su guerra, ni su pretendida reforma laboral, ni su reforma sobre seguridad, ni su intención de convertir en dictador al jefe del ejecutivo para que disponga del ejército en cuanto le venga en gana. Todos ellos son susceptibles de ser eliminados de un modo u otro.
Por otra parte, acaban de reunirse los dirigentes históricos del PRD en respaldo a la candidatura de Alejandro Encinas al gobierno del Estado de México; Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador y como la cereza en el pastel, Marcelo Ebrard, luego de ser nombrado el mejor alcalde del mundo. A este respecto hay que decir que ¡Ya estamos hasta la madre! de que la izquierda se divida. Cualquiera sea el candidato es de esperarse que todos los presentes lo respalden. ¿Esto significa politizar la lucha por la paz con justicia y dignidad? No, significa oponerse a lo que ha venido ocurriendo en el seno de la izquierda, que no contribuye a la construcción de la democracia, por esos celos de poder que reflejan inmadurez y falta de carácter de los que ¡ya estamos hasta la madre!, como de las tranzas de muchos de sus chuchos.
También a los priístas habríamos de decirles que ¡ya estamos hasta la madre! de que su precandidato más notable se promueva como la estrella del canal y despilfarre el erario abultando las finanzas del duopolio televisivo. ¡Ya estamos hasta la madre! de que los panistas aplaudan al presidente y no le cuestionen nada de su demencial guerra.
En suma ¡ya estamos hasta la madre! de muchas cosas que tenemos que cambiar. En el artículo anterior anuncié mi propuesta "No más de 100" (salarios mínimos diarios) para poner un techo a los ingresos que puede obtener un servidor público. A lo mejor a alguien le parece muy poco, que diga qué propone, ¿200?, ¿300? O tal vez le parezca demasiado, que proponga ¿75?, ¿50?
Lo importante es poner un límite, un tope a las percepciones de los funcionarios públicos porque ¡ya estamos hasta la madre! de que se despachen con la cuchara grande y se enriquezcan "muy lícitamente" cobijados por nuestros impuestos. Acordemos poner un techo presupuestal, después decidamos cuánto. "No más de 100" es una postura para discutir los sueldos y salarios de todos los servidores públicos en México.
¡Ya estamos hasta la madre! De que el gobierno no responda claramente a las exigencias ciudadanas e insista en tratarlas como peticiones que van de abajo hacia arriba, y no en sentido horizontal, del pueblo soberano a su representante. En la relación pueblo gobierno, el patrón es el pueblo, el gobierno su empleado. El gobierno ha aceptado dialogar con quienes piden paz con justicia y dignidad, entonces debe empezar por bajarse del pedestal en que se ha colocado y sentarse a la misma altura que sus interlocutores. No ocupar un trono y desde allí conceder audiencia.
Lo importante es poner un límite, un tope a las percepciones de los funcionarios públicos porque ¡ya estamos hasta la madre! de que se despachen con la cuchara grande y se enriquezcan "muy lícitamente" cobijados por nuestros impuestos. Acordemos poner un techo presupuestal, después decidamos cuánto. "No más de 100" es una postura para discutir los sueldos y salarios de todos los servidores públicos en México.
¡Ya estamos hasta la madre! De que el gobierno no responda claramente a las exigencias ciudadanas e insista en tratarlas como peticiones que van de abajo hacia arriba, y no en sentido horizontal, del pueblo soberano a su representante. En la relación pueblo gobierno, el patrón es el pueblo, el gobierno su empleado. El gobierno ha aceptado dialogar con quienes piden paz con justicia y dignidad, entonces debe empezar por bajarse del pedestal en que se ha colocado y sentarse a la misma altura que sus interlocutores. No ocupar un trono y desde allí conceder audiencia.
¡Ya estamos hasta la madre! De la guerra de lodo que se traen algunos comentaristas de los artículos que se publican en e-consulta y en muchos blogs, que lejos de abonar en una cultura de respeto a la disidencia, contribuye a exacerbar los ánimos de los diferentes y los adversarios y calentar más la olla exprés a punto de estallar en la que estamos metidos los mexicanos. Si en lugar de insultar se reflexiona, si en vez de ofender se cuestiona y sin molestar se corrige, la cultura de paz puede avanzar. Si se agrede verbalmente, se posibilita la agresión física que debemos evitar. Si cambiamos el pseudónimo y ponemos el nombre, saldremos de la oscuridad y asumiremos ciudadanía, requisito para la paz con justicia y dignidad.
¡Ya estamos hasta la madre! De la telenovela El Equipo que se acaba de estrenar, porque es una ofensa al decoro nacional, un pernicioso fomento a la violencia y una perversa manipulación de masas con recursos del erario. Debe retirarse de la transmisión, si se quiere instaurar la paz con justicia y dignidad.
¡Ya estamos hasta la madre! Del derroche de recursos, del hambre, de la miseria, de la desigualdad, de la inseguridad pública, de la falta de seguridad social, económica y jurídica, de la corrupción, ineptitud y mediocridad de los poderes públicos.
¡Ya estamos hasta la madre! De la telenovela El Equipo que se acaba de estrenar, porque es una ofensa al decoro nacional, un pernicioso fomento a la violencia y una perversa manipulación de masas con recursos del erario. Debe retirarse de la transmisión, si se quiere instaurar la paz con justicia y dignidad.
¡Ya estamos hasta la madre! Del derroche de recursos, del hambre, de la miseria, de la desigualdad, de la inseguridad pública, de la falta de seguridad social, económica y jurídica, de la corrupción, ineptitud y mediocridad de los poderes públicos.
¡Ya estamos hasta la madre! de manifestar que ¡ya estamos hasta la madre! Por amor a la vida, vivamos en paz con justicia y dignidad.
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