domingo, 28 de septiembre de 2014

Álvarez Garín, luchador incansable por la democracia y la libertad.

México DF, a 28 de septiembre de 2014.



El luchador social Raúl Álvarez Garín, integrante del Consejo Nacional de Huelga del 1968, figura emblemática del movimiento estudiantil de ese año, falleció este viernes a la edad de 73 años tras una prolongada convalecencia, gran parte de ella en el hospital.

Nacido en 1941, hijo de la matemática Manuela Garín y de Raúl Álvarez, fue militante de izquierda desde su adolescencia; bregó por la nacionalización de la industria eléctrica, apoyó ulteriormente el movimiento ferrocarrilero encabezado por Demetrio Vallejo; ingresó al Partido Comunista Mexicano, del cual fue dirigente, y rompió con la Juventud Comunista antes del estallido del 68.

Estudió en Facultad de Ciencias de la UNAM y luego en la Escuela de Físico Matemáticas del Instituto Politécnico Nacional, en el cual estaba cuando se adhirió al movimiento estudiantil, tras el cual siempre mantuvo su honradez, dignidad y compromiso con las causas colectivas. Fue un luchador incansable por la democracia y la libertad.

Tras la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco y la desarticulación del movimiento, fue detenido y estuvo preso en Lecumberri durante dos años y ocho meses. En reclusión, reconocen sus compañeros de encierro, atenúo los efectos degradantes de la vida en la cárcel. También padeció el exilio, en Perú.

En 1971, tras salir de prisión, fue promotor, junto a un grupo de dirigentes estudiantiles, de la revista y organización política Punto Crítico. Colaboró en diversos medios de comunicación y publicó el libro La estela de Tlaltelolco: una reconstrucción histórica del movimiento estudiantil del 68.

Estuvo casado en primeras nupcias con María Fernanda Campa, hija del dirigente ferrocarrilero comunista Valentín Campa, junto al cual padeció en carne propia por primera vez la represión.

Fue diputado federal en la 55 Legislatura, donde promovió el derecho a la información, en especial el acceso a los archivos oficiales. Jamás cejó en su exigencia a las autoridades mexicanas de actuar legalmente contra los responsables de los crímenes de lesa humanidad que el Estado mexicano cometió en 1968 y 1971.

Álvarez Garín es recordado por “trazar una raya indeleble entre el México democrático del futuro y el del pasado, amarrado a la necedad y la obsecuencia, la crueldad y la ceguera, que el presidente Díaz Ordaz llevó a extremos grotescos y autodestructivos ese año” de 1968, a decir de Rolando Cordera.

La escritora Elena Poniatowska se dice su deudora, porque sin Raúl Álvarez Garín no habría La noche de Tlatelolco. Amiga del luchador social, refiere que era melómano y que oía a Frescobaldi y a Vivaldi.

Hechos que hablan por sí solos. En 1985, Raúl Álvarez Garín organizó con Daniel Molina un centro de información y de terapia para los damnificados por los sismos del 19 y el 20 de septiembre. Tras la extinción de Luz y Fuerza del Centro, en solidaridad con los trabajadores despedidos, se afilió al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).

En un homenaje en julio pasado, cuando se le otorgó el premio Amalia Sólorzano de Cárdenas 2014, Cuauhtémoc Cárdenas destacó de Álvarez Garín “la vida de lucha y esfuerzo, de entrega a causas superiores, de servicio al pueblo de México, a la nación y la humanidad; su vida de patriota y por ser internacionalista sin tacha”.

Fuente: La jornada.
Atte. La comisión de trabajo
de taller automotriz.

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